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Senza tono né suono: Sin ton ni son
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E-book658 pagine3 ore

Senza tono né suono: Sin ton ni son

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Info su questo ebook

"Versi spezzati, alla ricerca continua di un dialogo, che vogliono farsi notare. Anche se è soltanto l’eco, l’illusione di essere ascoltati. La caratteristica peculiare delle poesie di Félix Luis Viera va ricercata in un atteggiamento romantico tra il desiderio di avventura e la necessità di un sostegno spirituale, di un interlocutore esplicito. Le ferite della sua lirica mettono in evidenza quello che un tempo ha rappresentato la forza della nazione, l’armatura della patria, la base delle speranze sociali, dopo una rivoluzione frustrata e un esilio sopportato per decenni" (Dalla prefazione di José Prats Sariol)
LinguaItaliano
Data di uscita4 gen 2023
ISBN9788876069420
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    Anteprima del libro

    Senza tono né suono - Félix Luis Viera

    PRÓLOGO

    di José Prats Sariol

    Versos cuarteados, siempre deseosos de diálogo, de que les hagan caso. Aunque sea el eco, la ilusión de ser oído. Si un signo acampa sobre los poemas de Félix Luis Viera es el tan romántico de sentirse dividido entre su afán de aventura y su necesidad de apoyo anímico, de un interlocutor expreso. Las grietas que muestra, para colmo, también invaden aquello que alguna vez fue sostén de la nación, armadura de la patria, soporte de las esperanzas sociales tras una revolución frustrada. Tras el exilio al que se resistió durante décadas.

    Son versos que aparecen resquebrajados por fuera, al contextualizarse en las circunstancia cubanas. Y desde luego que también por dentro, al sentir que transmiten con intensidad verbal las experiencias que le han servido de motivación. Por ello –y porque el autor se taja duro, con envidiable autenticidad, cuando decidió en 2002 no escribir más poemas – se han convertido Sin ton ni son en esta substanciosa antología para la que se debe estar preparado.

    ¿Por qué S in ton ni son? Pues no sólo porque su libro inaugural lleva el sugestivo título – uno de los mejores en la poesía escrita por cubanos – de Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; sino porque la tan conocida frase popular señala que Félix Luis Viera nada teme a los que desprecian la creación artística o buscan siempre alguna utilidad práctica en ella. Porque S in ton ni son está advirtiendo que escribe porque escribe, por el gusto aunque sea por gusto… Porque como buen amante de la poesía coloquial incorpora sin melindres desde un refrán hasta una de las llamadas malas palabras, desde un pregón hasta las conversaciones de sobremesa de un grupo de obreros o de doctores… Porque sí. Porque intenta dar la impresión de espontaneidad.

    Selección realizada casi siempre con mano dura por el propio autor, Sin ton ni son exige – reitero – estar preparado. Las principales prevenciones advierten que alguna crítica descocotada pondría en fila cronológica los poemas. Rutina bien lejana de las subversivas intenciones del autor, que empieza con Mi coronel, poema firmado en 1969, pero no termina con uno de 2002 –cuando dice que dejó de escribir poemas – sino con el tan caracterizador Esquema de los amantes clandestinos, firmado en 1991. Poema que con sagaz tino cierra la antología, cuando advierte cómo el Poder siempre persigue y reprime todo lo que le huela a clandestino, en particular a los amantes que sólo tienen punto de partida; de ahí que generales y presidentes, con razón asustados, desaprueben sus inicios, asesinen el punto de partida.

    Lo mismo que la data exacta de los poemas no es determinante, tampoco lo es el esquema generacional. El único real, objetivo, es obviamente el biológico, que separa nietos de padres y abuelos y bisabuelos, con algo más de veinte años entre unos y otros; por lo que Félix Luis Viera (1945) es mi coetáneo (1946) – y de Lina de Feria (1945), Luis Rogelio Nogueras (1944), Reina María Rodríguez (1952)…–; pero sólo podría ser hijo, por ejemplo, de Eliseo Diego (1920) o de Fina García Marruz (1921), no de Fayad Jamís (1930) o Francisco de Oraá (1929)… Sólo los poetas nacidos alrededor o después de 1970 – como Pablo de Cuba Soria (1980) – podrían ser sus hijos, formar otra generación. Pero tales muros cronológicos la mayoría de las veces carecen de efectividad para la caracterización de una obra, para intentar su singularización dentro de la poesía local, regional, de la lengua. Las fechas son útiles por su valor situacional, no exegético, no valorativo desde el punto de vista estético y artístico.

    En la dirección de este prólogo – que trata de individualizar Sin ton ni son– se ven varios rasgos que parecen predominar en los poemas seleccionados. A diferencia de los coloquialistas más ortodoxos, Félix Luis Viera no rehúye enriquecer el texto tropológicamente, llamar a un barco agua del precipicio. Muchos versos de diferentes cuadernos y poemas así lo muestran, como parte de un eclecticismo al que le espantan las fronteras y credos, los prontuarios que supone de críticos cuando en realidad caza también en los predios de la creación poética, a veces hasta con éxito, como sucede en relevantes sonetos de Jorge Luis Borges o en décimas de José Lezama Lima; en poemas neobarrocos de poderosas refulgencias y alusiones, como los de Gonzalo Rojas…

    La declarada admiración que el poeta siente hacia César Vallejo argumenta este rasgo. La presencia implícita del genial peruano llega hasta tener guiños alusivos en muchos poemas, como Ley. En Elegía final con su terneza, no puede ser más directa. O la que se disfruta en De noche a punto de llover, uno de los mejores de toda su obra, donde Iba a llover y su pelo olía a las primeras gotas.

    Junto a esta soltura lejana de fanatismos estilísticos, se aprecia un rasgo que quizás provenga de que se trata también de un novelista. Su condición de narrador le hace estructurar con mucho profesionalismo sus poemas más notables. Tiene un sentido muy nítido del in crescendo, virtud y técnica poco usuales entre los poetas del último medio siglo. La arquitectura de poemas como Aranka Jaksic, deja muy pocas dudas al dosificar la anécdota con magistral desenvolvimiento, a gotas que envuelven al lector en el deseo de conocer el desenlace. Lo mismo ocurre en el excelente Mi madre me dice una nana o en Romántico. A propósito de Romántico es válido observar que predominan en la antología los poemas eróticos, que recuerdan o retratan alguna relación amorosa. Sus versos están cuarteados porque casi siempre hablan –muchas de ellas como si el interlocutor estuviese presente – de un idilio, de una pareja envuelta en el amor que desde luego es sexual, carnal. Parece que nada mejor para cuartear versos o vida que en el poema A flor o flor confesar que Si perdí lo que más duele son los flancos.

    Un tercer rasgo sería la presencia, en sus múltiples disfraces expresivos, de la paradoja. El poema Des Equilibrio la exhibe como clave. Pero en otros va subrepticiamente adquiriendo relieve, convirtiéndose en el leitmotiv. Figura retórica que desliza ironías, la paradoja o antinomia indica rompimiento de la lógica, como en La más hermosa primavera o en el deliciosamente alegre y eufónico Prefiero los que cantan. La trivialidad lógica de las rutinas, de lo siempre esperado de la misma forma, tiene en el poema A veces un antídoto para desde esa paradoja lanzar a los abismos las grisuras repetitivas y de paso a tanto escritorzuelo encharcado en lugares comunes, sin saltar hacia los contrastes.

    En Elegía para este hombre perfecto – sátira contra el llamado hombre nuevo del supuesto socialismo cubano – se unen los rasgos para recrudecer las ironías. Allí está también, revoloteando por sus versos, el cuaderno Fuera del juego de Heberto Padilla, que marcara en 1968 un antes y un después en la poesía conversacional de habla hispana y diera un fuerte bofetón al Poder. Félix Luis Viera dice allí que Este hombrecito perfecto ni siquiera capaz // de enseñar que debajo de la cara tiene sangre// cuando una palabra viaja hacia él como un cuchillo.

    Tal vez sin llegar a ser rasgos de Sin ton ni son, pero con vigorosa presencia en algunos de los poemas que forman un arco de alrededor de treinta años de creación, se hallan el tono epigramático, la interpelación y algo cada vez más raro: el saludo al canon, desde una gratitud donde no hay una voluntad competitiva sino una inexorable vocación literaria, un ser escritor porque no le queda más remedio. De ahí, como divirtiéndose –otra paradoja–, escribe Un sueño fenomenal. Cuya dedicatoria recibo porque tiene mucho de inteligente broma –casi de Bernard Shaw –; tiene mucho de fraterno juego y devaluación de almidones, sabiendo que yo participo de sus rechazos a las quimeras perfeccionistas, al libro perfecto y sus secuaces académicos.

    Récord es un epigrama. Entre otros resalto Él piensa en la polilla. Y los dos versos del divertido por insolente Poema para resolver la tan comentada carencia de crítica literaria, que cuentan: Él dia que por ejemplo tú, carpintero, // necesites un poema para serruchar. Aunque hay otro epigrama de sólo un verso, que le hubiera encantado a Nicanor Parra – maestro del coloquialismo –. Por su título entra la lógica formal: Página en blanco. Pero dice sencilla, irónicamente: Yo sé que un día me vas a matar".

    La interpelación es constante, exalta la necesidad de otra presencia, da leña a la caracterización romántica del autor, pues solo no es nadie y lo sabe, solo no quiere estar. Y no puede. Como confiesa en Hay veces, donde un verso susurra: noches en que las luces están tan tristes en los charcos. Ella está presente en Aviso sobre cierta mujer. Alguien – además del lector – oye o lee Pero siguió, comprende Podrías.

    Las dedicatorias de poemas a autores cubanos de generaciones anteriores, así como la actitud –docenas de reseñas y artículos – que le conocemos a Félix Luis Viera, muestran sin equívocos que su agón no es excluyente sino envolvente, fraterno. Manuel Díaz Martínez, César López y Rafael Alcides – por ejemplo – reciben sendas señales en poemas que los involucran, que más allá de la gentileza de la dedicatoria se introducen en sus poéticas.

    Y es que Sin ton ni son exhibe su autonomía al reconocerse en la tradición, al no resbalar por ninguna tonta arrogancia, al no oler a inopia juvenil o senil… Lo mismo puede decirse –entre cubanos del exilio que no hacemos concesiones al régimen – de su independencia política, de su ideario autónomo, libre. En He visto al cuervo venir están las referencias al cuervo en el último poema de Fuera del juego y en su simbolismo que transcurre por el conocido poema de Edgar Allan Poe; además de la tristeza de quien ha perdido la esperanza en mesianismos y revoluciones, en las engañifas que construían el futuro. Conociendo que Félix Luis Viera es de los que sólo tienen punto de partida, inauguro y clausuro esta invitación a leer Sin ton ni son con su Brindis de elogio de la diversidad. En él se haya la almendra de su poética cuarteada, que como a una muchacha le dice que fue la vida la hermosa, terrible culpable de cada suceso, de cada poema. Y aunque no toda el agua es el agua de la fuente, la ternura –siempre decisiva – es su Leyenda. La que aparece sentada, hacía milenios, en una piedra alta, visible desde todas las esquinas de la Tierra.

    En Aventura, Florida, enero y 2019

    PREFAZIONE

    di José Prats Sariol

    Versi spezzati, alla ricerca continua di un dialogo, che vogliono farsi notare. Anche se è soltanto l’eco, l’illusione di essere ascoltati. La caratteristica peculiare delle poesie di Félix Luis Viera va ricercata in un atteggiamento romantico tra il desiderio di avventura e la necessità di un sostegno spirituale, di un interlocutore esplicito. Le ferite della sua lirica mettono in evidenza quello che un tempo ha rappresentato la forza della nazione, l’armatura della patria, la base delle speranze sociali, dopo una rivoluzione frustrata e un esilio sopportato per decenni.

    Sono versi spezzati esternamente, contestualizzati agli eventi cubani, ma anche al loro interno perché si sente che trasmettono con intensità verbale le esperienze che sono servite da motivazione. Per questo – e perché l’autore è stato molto duro con se stesso, quando ha deciso nel 2002 di non scrivere più poesie – la sua antologia definitiva ( Sin ton ni son) è diventata un corpus lirico importante che va affrontato con adeguata preparazione.

    La prima domanda che ci facciamo è perché il titolo definitivo di S in ton ni son. Prima di tutto perché il primo libro di Viera aveva il suggestivo titolo – uno dei migliori nella poesia cubana – di Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; poi perché la ben nota frase popolare indica che Félix Luis Viera non teme assolutamente chi disprezza la creazione artistica, né chi cerca in essa qualche utilità pratica. La locuzione S in ton ni son serve al poeta per dire ai lettori che lui scrive per il puro e semplice gusto di scrivere, perché da buon amante della poesia colloquiale utilizza senza alcuna leziosità sia un modo di dire che una parola volgare, un grido popolare come le conversazioni a tavola di un gruppo di operai o di dottori, cercando soltanto una totale spontaneità.

    La selezione delle poesie è stata compiuta in maniera rigorosa dallo stesso autore. Affrontare la lettura di Sin ton ni son – lo ripeto – pretende preparazione. Felix Luis Viera si tiene lontano dal modo ordinario di antologicizzare e non si limita a disporre le poesie in ordine cronologico. Una simile routine è distante mille miglia dalle sovversive intenzioni dell’autore, che comincia con Mi coronel, poesia composta nel 1969, ma non termina con una lirica del 2002 – anno in cui dice di aver smesso di scrivere poesie – quanto con l’emblematica Esquema de los amantes clandestinos, composta nel 1991. Poesia che con scelta felice e accorta chiude l’antologia, avvertendo che il Potere perseguita e reprime tutto quello che profuma di clandestino, in particolare gli amanti che hanno solo un punto di partenza; va da sé che generali e presidenti, spaventati e persino terrorizzati, disapprovano i loro inizi e assassinano il punto di partenza.

    La data precisa delle poesie non è determinante, così come non lo è lo schema generazionale. Quel che conta è un oggettivo discorso biologico, che separa nipoti da padri, nonni da bisnonni, generazioni tra le quali intercorrono oltre vent’anni; così che Félix Luis Viera (1945) è mio coetaneo (1946) – e di Lina de Feria (1945), Luis Rogelio Nogueras (1944), Reina María Rodríguez (1952) – ma potrebbe essere figlio soltanto, per esempio, di Eliseo Diego (1920) o di Fina García Marruz (1921), non di Fayad Jamís (1930) o di Francisco de Oraá (1929) … Solo i poeti nati intorno al 1970 – come Pablo de Cuba Soria (1980) – potrebbero essere suoi figli, comporre un’altra generazione. Tali barriere cronologiche spesso non servono a caratterizzare e spiegare un’opera, non sono utili per collocarla a dovere all’interno di una poesia locale, regionale e nazionale di un’intera lingua. Le date sono utili per classificare, mentre non servono a compiere un’esegesi, per valutare un’opera da un punto di vista estetico e artistico.

    Questa prefazione si sforza di dare una collocazione ben precisa a Sin ton ni son e in tal senso possiamo dire che ci sono diverse caratteristiche dominanti nelle poesie selezionate. A differenza dei poeti colloquiali più ortodossi, Félix Luis Viera non rinuncia ad arricchire il testo da un punto di vista antropologico: per esempio chiama una barca acqua del precipizio. Molti versi dimostrano un eclettismo che non teme limiti e frontiere, alieno dai prontuari predisposti dai critici, libero di cacciare negli appezzamenti della creazione poetica, spesso con successo, come capita in importanti sonetti di Jorge Luis Borges, nelle decime di José Lezama Lima e nelle splendide poesie neobarocche colme di potenti allusioni, come in Gonzalo Rojas…

    La dichiarata ammirazione che il poeta prova per César Vallejo sottolinea questa caratteristica. La presenza implicita del geniale poeta peruviano si nota come un’allusione maliziosa in molte poesie, come Ley. In Elegía final con la sua tenerezza, non può essere più diretta. Infine basti leggere De noche a punto de llover, una delle migliori poesie di tutta l’opera, soprattutto il verso dove stava per piovere e i suoi capelli profumavano delle prime gocce .

    Insieme a questa grande scioltezza di stile, appreziamo una caratteristica che ci fa capire che siamo di fronte all’opera di un poeta che è anche un romanziere. La sua condizione di narratore gli permette di strutturare con grande professionalità le sue poesie migliori. Viera ha un senso molto nitido del crescendo lirico, tecnica poco usuale tra i poeti dell’ultimo mezzo secolo. L’architettura di poesie come Aranka Jaksic, è così perfetta che riesce a dosare lo sviluppo della storia in modo magistrale, coinvolgendo il lettore che desidera conoscere il finale. La stesa cosa accade nell’eccellente Mi madre me dice una nana o in Romántico. A proposito di Romántico vale la pena di osservare che nell’antologia predominano le poesie erotiche, che ricordano o descrivono qualche relazione amorosa. I

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